sábado, 18 de noviembre de 2017

MODO DE ACTUAR DE LAS PERSONAS


CONDICIÓN HUMANA


Porque en toda acción, lo que intenta principalmente el agente, ya actúe por necesidad natural o por libre voluntad, es explicar su propia imagen. De ahí que todo agente, en tanto que hace, se deleita en hacer; puesto que todo lo que es apetece su ser, y puesto que en la acción el ser del agente está de algún modo ampliado, la delicia necesariamente sigue. Así, nada actúa a menos que haga patente su latente yo.
El concepto de ‘condición humana’ tiene una larga tradición en filosofía. Expresa una manera de ‘estar en el mundo’ específica, viviendo y actuando en él. La «condición» (cambiante, social) expresa lo opuesto a la «naturaleza» (biológica, eterna, intransformable). En tal sentido la condición humana permite una respuesta al problema del mal radical: el mal pertenece a la naturaleza y sólo la ‘condición’ (política) permite abordarlo. Con la naturaleza no se dialoga, pues ella se impone; la ‘condición’ en cambio, y por decirlo en los términos de Jaspers, no es «ser-así» sino «poder-ser», libertad en definitiva. LA CONDICIÓN HUMANA de Arendt da por supuesto que el lector conoce la distinción entre «naturaleza» y «condición» antes de ponerse a leer el libro (circunstancia que en los tiempos que corren no siempre es puede darse por descontada).
FUENTE:
·         Arendt, H., Cruz, M., & Novales, R. G. (1993). La condición humana (Vol. 3). Barcelona: Paidós.

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CONDICIÓN DE LA ACCIÓN HUMANA



Como se ha visto, los sentimientos son importantes por la indudable influencia que tienen en el comportamiento. Los sentimientos pueden ir a favor o en contra del querer de la voluntad y, por tanto, facilitar o dificultar las acciones libres. Pero el dominio sobre los sentimientos por parte de la voluntad y la razón no está asegurado. Aristóteles habla de un «domino despótico » de la voluntad sobre la musculatura, sobre lo corporal, para distinguirlo de un «dominio político» de la razón sobre los sentimientos, para referirse al hecho evidente de que no tenemos el mismo dominio sobre nuestros sentimientos que sobre el movimiento de la mano.
Aristóteles utiliza la analogía del ciudadano libre al que se le puede enseñar a actuar en pro del bien de la ciudad, pero que necesita aprender y que de vez en cuando reacciona a su aire. Para Platón ésta es una de las características de la afectividad, que compara al gato doméstico, al que hay que amaestrar, pero que puede revolverse. El dominio voluntario sobre los sentimientos es indirecto, a través de él, la intimidad racional educa las tendencias, las modula según sus criterios.
FUENTE: Manuel Guillén Parra. (2006). Ética en las organizaciones Construyendo confianza. PEARSON EDUCACIÓN, S. A.

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SENTIMIENTOS MORALES

La línea argumental del autor para exponer su teoría es sencilla. El ser humano, aun siendo egoísta, se interesa por otros, mas no puede ponerse en el lugar de ellos salvo por medio de su imaginación y sus emociones. Puntualmente, lo hará a través de la "simpatía", que es "nuestra compañía en el sentimiento ante cualquier pasión". Esta actitud nace del interior de cada individuo. Incluso se podrá agregar que de manera autónoma, pues siempre se juzgará según una comparación con las propias facultades: "No tengo ni puedo tener otra forma de juzgarlos". En el caso en que el interés personal choque con el de otro u otros, cada uno deberá intentar observar su conducta como si perteneciera a un tercero: el "espectador imparcial e informado".
Entonces, además de poder cumplir los fines divinos por los mejores medios, el tener sentimientos morales naturales sería positivo, pues la capacidad y el juicio moral no dependerían ya de los vaivenes de la cultura, la moda o de construcciones intelectuales realizadas por individuos con una débil capacidad para hacerlo. Se entiende que se está frente a sentimientos "originales e inmediatos", los que son inherentes y se presentarán regularmente frente a situaciones similares.

FUENTE: Monares, A. (2016). La filosofía moral de Adam Smith: sentimientos morales naturales-providenciales e irracionalidad moral del ser humano. Revista de Filosofía, 57, pp-143.


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