domingo, 7 de enero de 2018

LA ACTUACIÓN SOCIAL ÉTICA Y LA REPUTACIÓN: CONSTRUYENDO CONFIANZA

Cuando el comportamiento humano es éticamente bueno, hace mejor a la persona mediante la generación de hábitos, la hace virtuosa, mejor persona, con cualidades humanas que permiten calificarla de persona, más o menos, excelente: buena, sincera, justa, amable, etc. Esta calidad humana o excelencia personal, la hace merecedora de confianza por parte de quienes la rodean en una organización, y cuando el clima general en la organización es de confianza, basada en los comportamientos habitualmente buenos de sus miembros, esta confianza se puede trasladar al entorno de la organización. 


El buen comportamiento genera confianza en su dimensión ética y ésta se transmite del plano personal al organizacional y de éste al entorno; mientras que el comportamiento éticamente reprobable destruye confianza, de ahí que se pudiera calificar esta relación como la de un círculo virtuoso de construcción de confianza o bien como un círculo vicioso de destrucción de confianza.
La buena reputación corporativa es el juicio positivo que se realiza de una organización, basado en la percepción de que su comportamiento es bueno. La organización que actúa bien en sentido ético, se hace digna de confianza en este ámbito. Y la confianza, como la reputación (o la imagen, en un plano más superficial), constituyen juicios de valor realizados por terceros, que son siempre consecuencia, de modo que se puede incidir en su fuente, pero no siempre asegurar que se produzca como resultado final.

El círculo de la construcción de la confianza permite entender las organizaciones en términos relacionales y no exclusivamente transaccionales. La confianza que se genera en los comportamientos entre personas, organización y entorno, estabilizan las relaciones humanas, y no las reducen exclusivamente a contratos. Junto a esto, cualquier persona que se incorpora a una organización puede convertirse en constructor de confianza. El liderazgo en este punto no está restringido a una minoría. Si una organización está tan enferma desde el punto de vista ético que logra deshumanizar a quienes la integran, cualquier persona honesta que la integre se encontrará ante el reto de intentar reconstruir lo que está dañado. Si la tarea resulta imposible, otros lugares habrá en los que poder cooperar al bien común. Al fin y al cabo, toda organización, por ser creación humana, debería estar al servicio de la persona. 

Revisa el siguiente link para conocer más sobre el tema: 


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