Los
principios éticos de responsabilidad social que se han descrito han sido
calificados como principios corporativos, o institucionales, por ser principios
que afectan principalmente a la actuación de la organización en su conjunto
frente a la sociedad. El respeto a los derechos humanos, la solidaridad
entendida como cooperación al bien común, y la subsidiariedad que reclama el
derecho a la contribución de todos al bien común, constituyen principios que
afectan a la actividad de cualquier organización y que legitiman su existencia
y su actividad en la sociedad desde el punto de vista ético.
Los principios éticos de actuación personal
responsable son criterios que ayudan a cada persona a comportarse libremente de
modo responsable. La responsabilidad ética es siempre del que actúa, de modo
que también cuando representa a la organización, cada persona es éticamente
responsable de sus actos libres, que además podrán incidir en la reputación de
la organización a la que representen.
El principio de justicia en la actuación
personal dentro de la organización implica actuar conforme a la legalidad y la
justicia, con objetividad y rigor. El cumplimiento de la legalidad vigente
requiere de su conocimiento, y del seguimiento no sólo de la letra, sino del
espíritu; es obvio que las leyes a que aquí se hace referencia deben ser
justas, de lo contrario, no estarían incluidas en el principio de justicia.
El principio de profesionalidad en la
actuación personal dentro de la organización implica actuar con integridad,
veracidad y prudencia o sabiduría práctica. Comportarse con integridad, como ya
se vio, supone ser coherentes con el juicio de la propia conciencia ética, aunque
esto suponga, en no pocas ocasiones, llenarse de fortaleza para corregir, o de
humildad y templanza, para dejarse ayudar sin reaccionar negativamente; la
integridad requiere de la veracidad que supone llamar a las cosas por su nombre,
y exige compartir información con quien tiene derecho a conocerla, o permitir y
fomentar que se haga crítica constructiva. Todos estos criterios, que no están
desligados de los contenidos técnicos del propio trabajo, requieren, a su vez,
de la virtud de la prudencia.
El principio de excelencia en la actuación
personal dentro de la organización implica actuar con actitud de superación, de
servicio y de cooperación. La actitud o el espíritu de superación lleva al
empeño por la mejora continua, por el aprendizaje y el desarrollo en la organización;
este afán por aprender y mejorar debe estar puesto al servicio de los demás, tanto
de los más próximos en la organización como de aquellos con los que ésta se
relaciona; cuando existe afán de mejora y auténtico espíritu de servicio es
posible la cooperación y la contribución a la unión dentro de la organización,
que lleva al esfuerzo permanente por apoyar un proyecto común, y actuar con
unidad de propósito.
Visita el siguiente vídeo sobre la RESPONSABILIDAD SOCIAL Y LOS PRINCIPIOS ÉTICOS DE ACTUACIÓN PERSONAL
FUENTE: Manuel Guillén Parra. (2006). Ética
en las organizaciones Construyendo confianza. PEARSON EDUCACIÓN, S. A.
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