¿Qué virtudes éticas se requieren en cada fase del proceso de toma de decisiones?
Según (Manuel
Guillén Parra, 2006)
menciona lo siguiente:
DIAGNÓSTICO
Entre las virtudes requeridas en
la fase de «diagnóstico» del problema durante el proceso de toma de decisiones
adquieren especial relevancia cuatro hábitos del carácter: la objetividad, la prudencia, la fortaleza y la humildad, que disponen
al que decide para hacerlo mejor, en su sentido técnico y ético.
La prudencia ha sido ya
estudiada con detalle en el epígrafe anterior, y es lógico que aparezca en la
primera fase del proceso de decisión, pues ayuda a «acertar» en los medios en
orden a lograr los fines.
La objetividad implica que
el análisis de la situación, el diagnóstico, no estará desvirtuado por la
presencia desproporcionada de los sentimientos o deseos de quien decide.
La fortaleza facilita
resistir las amenazas o debilidades y acometer las oportunidades haciendo uso
de los medios con los que se cuenta. Este hábito del carácter supone vencer las
dificultades, los obstáculos y los temores que puede producir el descubrimiento
de aspectos negativos en el análisis racional, y lanzarse a acometer su
resolución
La humildad es la virtud o
cualidad humana que lleva al conocimiento propio, tanto del que decide como de
la organización en la que se encuentra, admitiendo lo que se posee y aquello de
lo que se carece.
DISEÑO
Si analizamos la siguiente etapa
en el transcurso de la decisión humana, hay dos virtudes que cooperan a
realizar mejor la fase de «diseño» de alternativas en el proceso de decisión:
la magnanimidad y la audacia.
La magnanimidad es el hábito
de proponerse metas altas, separando la magnitud de lo logrado de la referencia
a uno mismo. Un punto que conecta de modo aparentemente paradójico con la
humildad. Pues humildad no es apocamiento en los medios o los fines, sino
contar con la realidad del conocimiento propio y de quienes constituyen la
organización, algo compatible con tener metas altas. La persona que toma decisiones
procurando el mayor bien posible, está en condiciones de lograr mejores
resultados. «Magna anima», alma grande, supone contar con ambiciones nobles en
el diseño de alternativas para el logro de los mejores resultados posibles.
Cuando las virtudes descritas aquí se presentan en unión armónica en la persona
que decide, guiadas por la prudencia, facilitan el logro de los mejores
resultados con los medios disponibles. Facilitan la eficacia, la eficiencia y
la ética.
La audacia es la virtud que
dispone a acometer las metas altas, aun sabiendo que hay que superar
limitaciones y carencias en las capacidades actuales. Si la virtud de la
magnanimidad conectaba con la de la humildad, la de la audacia conecta con la
fortaleza, pues requiere en no pocas ocasiones «sacar fuerzas de flaqueza» para
dar lo mejor de sí mismo. Audaz es quien hace lo que se ha propuesto, a pesar
de lo alto de la meta y lo difícil del empeño. En el ejemplo de la compra de
ordenadores, estas virtudes llevarían a no conformarse con «cualquier cosa» en
el análisis de alternativas, buscando de modo esforzado el mejor producto,
pensando en quien ha de usarlo y en gastar los menores recursos para lograrlo.
ELECCIÓN
En la fase del proceso de toma de
decisiones en la que se requiere seleccionar una alternativa y ponerla en
práctica, los profesores Llano y Llano, mencionan como más relevantes tres hábitos
del carácter. Así, las virtudes que adquieren mayor importancia en la fase de
elección en la toma de decisiones son: la fortaleza,
la constancia
y la confianza.
La fortaleza, de esa
disposición habitual para acometer tareas difíciles superando los miedos y
dificultades. Y si la fortaleza es la virtud para decidir superar el temor.
La constancia es la virtud humana
contra el cansancio, esa disposición estable del carácter que lleva a no
detenerse ante la dilación en la consecución de los objetivos, ni a amilanarse
ante el desgaste que produce el paso del tiempo.
La confianza, como virtud en
la toma de decisiones, constituye la esperanza en que se logrará lo decidido, y
en el caso en que sean otros los que deban ponerlo por obra, la seguridad de
que obedecerán, que querrán lograr lo decidido y pondrán los medios.
REVISIÓN
Una de las virtudes que adquieren
más relevancia son las mismas que las de la fase de elección, pues los autores
mencionados utilizan un concepto amplio del concepto de elección, al que llaman
mando, y en el que estaría incluido el control, o mejor, la revisión de la
decisión.
¿Alguna vez te has preguntado cómo los directivos o responsables de cualquier área dentro de una organización toman una decisión?
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