El
concepto de personas o grupos implicados en la misión de la organización es
clave para entender ante quién es responsable una organización, pues no tendrá
sentido plantear que es responsable ante el mundo en su totalidad, lo que
llevaría a la irresponsabilidad por imposibilidad, ni reducir su
responsabilidad a un grupo de personas limitado y sin criterio.
Este
término, que supone un juego de palabras en inglés, defiende la necesidad de
actuar con responsabilidad ante toda persona o grupo «at stake» (que participa
en el juego), que se ve implicado en la actividad de la organización, superando
la concepción que defendía que sólo los accionistas debían ser considerados. El
término ha sido también traducido al castellano como «grupos de interés»; sin
embargo, aquí se opta por la traducción más amplia, que implica formar parte del
juego, estar implicado en él.
Entre
los que aquí se denominan grupos implicados indirectos se incluirían aquellos
que aportan los recursos necesarios para que pueda ser realizada la actividad
de la organización (materiales, equipos, tecnología, información, fondos financieros,
etc.), sin los cuales no podría llevarse a cabo la misión específica. A estos
grupos de personas implicadas indirectamente en la misión específica habría que
añadir los grupos implicados que, de modo más o menos directo, son
destinatarios de la actividad de la organización, sin los cuales no tendría sentido
su existencia (destinatarios y comunidad afectada).
Los
suministradores de recursos buscarán un justo precio a lo aportado, un pago
rápido, liquidez y una negociación razonable. El gobierno buscará que se paguen
los impuestos y que se haga un buen uso de los recursos públicos. Y los destinatarios
de la actividad buscarán calidad en lo recibido, con todo lo que la noción de
calidad lleva implícita en términos de servicio, precio, garantías, etc.
La
teoría de los stakeholders ha obtenido gran popularidad por su utilidad para
identificar a aquellos grupos que se ven afectados por las decisiones
organizacionales en función de los derechos que poseen. Hoy, el concepto forma
parte de los términos acuñados en la dirección estratégica de las
organizaciones. Sin embargo, esta teoría, más allá de identificar a los grupos
implicados, no aporta más criterios objetivos que permitan juzgar en caso de
conflicto de responsabilidades. El concepto permite subrayar un hecho
fundamental, y es que la responsabilidad de las organizaciones no se reduce a un
único implicado, pero no da más elementos de juicio.
La
teoría de los grupos implicados constituye un paso adelante frente al
reduccionismo de limitar las responsabilidades organizativas a unos intereses
limitados, pero no aporta más criterios que permitan responder con rigor a la
cuestión con la que se iniciaba este apartado: ¿Ante quién es responsable la
organización?
FUENTE: Manuel Guillén Parra. (2006). Ética
en las organizaciones Construyendo confianza. PEARSON EDUCACIÓN, S. A.